Carmelito es un hombre sencillo, que vive con lo necesario, no sufre de ambiciones, y vive agradecido con lo que tiene. Lleva el paso lento pero muy seguro, a sus 69 años tiene un memoria impresionante y una capacidad de adaptación muy alta que le ha permitido viajar por todo el mundo llevando su cumbia sabanera. Es un hombre sano, que cuida de lo que come y de lo que bebe, no consume azúcar, ni toma alcohol hace 10 años, a dejado todo eso para poder seguir tocando acordeón.
Me enseñó que: Somos las melodías que cantamos.
Me encontré con un hombre que vive y muere por la música, abierto a enseñar todo lo que sabe sin importar cuantas veces tiene que repetirlo. La experiencia que ha adquirido con el paso de los años está inmersa en una sabiduría muy grande que lleva en cada canto y melodía que sabe, porque en estas canciones lleva los lugares que ha recorrido, las personas que ha conocido y las experiencias que ha tenido. A su vez, no solo lleva las de él, también lo acompañan las canciones de sus amigos o de quienes él admiró y crecieron con él. Entendí que también somos las melodías que cantamos, las canciones que llevamos y lo que con el tiempo vamos creando.
Me hicieron sentir como un hija de esta tierra.
San Jacinto es un pueblo orgulloso de su cultura, permite y abraza al foráneo para contarle y compartirle lo que es y lo que tiene, de esta manera me facilitó a mí beber de la fuente pura, de su tradición. Encontré que el sanjacintero teme que su música está cambiando, que se pierda su tradición, su folclore, porque una vez esto se pierda, pierde su identidad y la pérdida de identidad genera miedo y vacíos.
Sonamos a los lugares que habitamos.
Los artistas y compositores, siempre estamos en búsqueda del “sonido propio”. Me crié en Bucaramanga, estudié mi universidad en Bogotá y toco acordeón, lo que me ha conectado con diferentes escenarios de la música colombiana, me ha servido entender que la búsqueda de mi identidad habita en los lugares que he recorrido.
La identidad entonces empieza a tomar un papel protagónico en la búsqueda de nuestro sonido como artistas. Personalmente me he reconocido como colombiana, y me pregunto constantemente a qué suena Colombia, a qué suena el acordeón, a dónde me lleva y a dónde quiero ir. Somos hijos de una misma patria, somos su historia, somos su música y esto nos identifica, nos ayuda a encontrar lo que somos dándonos sentido.
Nacidos en Colombia.
La herencia que es un conjunto de bienes materiales y no materiales, de derechos y obligaciones que recibimos de los antecesores, esto para entender que la herencia musical, las tradiciones, son parte de una responsabilidad que adquiero cuando me reconozco como hija de Colombia. Me reconozco como parte de una generación de musicos que es consciente de ello, por ende, mi objetivo de desatar un mayor interés al público y al músico hace parte de esta responsabilidad como colombiana. Esto a su vez no limita la manera en que pueda ser estudiada, o la manera en que pueda ser difundida, por que allí es donde radica nuestro encuentro con nosotros mismos y del hecho de reconocernos como un artista nacido en Colombia.
12 Minutos en San Jacinto - Bolivar: https://www.facebook.com/dianaburco/videos/1434445030044504/